El sueño de una noche de verano
Una historia de cuento de hadas. Siempre he creído en el destino, pero...desde hace exactamente tres años creo aun mas en él.
Todo empezó cuando mis padres decidieron pasar las vacaciones de verano en un pueblo. Me encantan los pueblos y al que fuimos me encanto mas. El pueblo estaba situado en medio de un bosque y la playa, eran dos paisajes diferentes.
El aire era fresco, el olor a salitre que desprendía el mar me hipnotizaba. Solía pasar horas recostada sobre la arena y escuchando la suave melodía que producía el mar al tocar con las piedras.
Los largos paseos por caminos interminables del bosque eran agradables y divertidos. Siempre encontraba alguna aventura con la que mi imaginación viajaba a mundos irreales cada dos por tres. Estas aventuras las vivía con mi gato y mi perro, ellos eran como hermanos, se habían criado desde pequeños conmigo.
En unas de estas aventuras, nos alejamos mucho de la casa donde vivamos. Me encontraba en una parte del bosque que desconocía, se hacia tarde y no encontraba el camino de vuelta. Comenzaba a hacer frió, y extraños ruidos que provenían de los arboles, los arbustos...me estaba volviendo loca.
No quería llorar y quedar como una niña pequeña de pronto escuché un ruido muy extraño detrás mio. Estaba sentada en un tronco y mirando hacia el suelo, el ruido se iba acercando cada vez mas, y se iba desplazando de un lado a otro. De pronto el ruido cesó y un extraño sentimiento de observación se apoderó de mi. No quería levantar la cabeza, tenia miedo de lo que podía encontrar. Pero como siempre seguí mi instinto de orgullo y me levante lentamente hasta observar una sombra.
Seguí observando y levantando mi cabeza....allí estaba. Un chico de unos dieciséis o diecisiete años
piel bronceada, pelo corto, e iba vestido con ropa ancha...el típico rapero macarra. Vi que se estaba riendo. No sabía quien era, pero..¡ se estaba riendo de mi, y no lo podía permitir! Me sequé las lagrimas que intente ocultar y me fui corriendo, quería escapar de aquel sitio lo antes posible. Corría y corría sin saber donde estaba. Paré en las orillas de un rió que pasaba por allí al darme cuenta que ni mi perro ni mi gato me habían seguido. Su agua era cristalina y estaba fría me mojé la cara y al volver a abrir los ojos él estaba allí.
-Hola, no tengas miedo...no te voy a hacer nada-me dijo
-¡Vete de aquí, no quiero que te burles de mi!-le grité
Tenía a mi perro sentado alado suyo y mi gato en los brazos. Cogí a Migue, mi gato, y me fui alejando, pero esta vez caminando
-Si quieres ir a la casa de la playa tienes que ir en sentido contrario. Me llamo Jonathan!-me grito, mientras yo me alejaba
Jonathan era su nombre, no podía sacármelo de la cabeza. En el trayecto de vuelta a mi casa pensé en lo que me había dicho, y ...no sabia por qué pero...su cara me sonaba conocida. Decidí dejar de pensar en él, ya no nos volveríamos a ver ya que opté por dedicar mi tiempo libre a dar largos paseos por la playa y a nadar en el mar.
Mi estansa en principio fue tranquila, lo malo es que no estaba con mis amigos y amigas y a veces e aburría. Ya casi había olvidado el incidente que tuve con aquel chico cuando mi madre me dijo que tendríamos invitados. Alguien nuevo con quien hablar pensé.
Aquel día mi madre preparo su mejor plato, un guiso de ternera buenísimo. Mis padres se vistieron muy elegantes, mi hermana se puso su mejor vestido...no sabia por que se vestían así , era solo una cena. Decidí optar por un vestido, ya que sino descompaginaría con mi familia. Tocaron el timbre, salí a recibirlos ya que mi familia estaba muy nerviosa. Era una familia de cuatro como nosotros, pero en ves de ser dos hijas eran dos hijos. Y paso una cosa muy extraña, aquel chico de ropa rapera se transformó en un chico con traje muy elegante. No podía creer que el chico que vi hace unos días fuese el mismo chico que tenia delante mio.
-Hola princesa, ¿como estas?-me dijo con voz baja y al oído
Pensé que mi corazón saldría disparado, las manos, las piernas me temblaban. Que me estaba pasando?
-Hola...-respondí con voz temblorosa. No podía creérmelo, la simple presencia de aquel chico me alteraba.
Sin decirle mas nada nos sentamos en la mesa, mis padres y los suyos estaban muy felices. Mi hermana como siempre esta fileteando con el hermano mayor. Y yo ...y el...estábamos callados.
La cena tubo un transcurso harmonioso, todos hablaban y hablaban, no sabia lo que decían pero siempre repetían la palabra “antes” y “nosotros”
Mi madre me dijo que si me pasaba algo, y yo le respondí que no. La madre de Jonathan, María, también se lo pregunto y las dos obtuvieron la misma respuesta. Jonathan estaba muy callado, mirando fijamente a su plato. No podía dejar de observarlo. Asta que...nuestras miradas se cruzaron!
Fue un momento extraño, bonito, lento...no se como describirlo, solo se que fue un momento único.
No se cuanto tiempo pasó, nuestra familia se había levantado y habían pasado a la sala de estar, nosotros dos nos quedamos allí sentados, sin decir nada, observándonos. De pronto escuche”miralos igual como cuando eran pequeños”
Aquella frase se incrusto en mi cerebro...cuando eramos pequeños?!
-Si cuando eramos pequeños-me dijo
-¡¿Como que cuando eramos pequeños?!
-Paola yo soy Jonathan...el que iba a tu clase en segundo.
No me lo podía creer, había pasado nueve años. Yo había viajado al extranjero. Y...por alguna broma del destino nos habíamos vuelto a encontrar.
Aun recuerdo que tres días antes de viajar, en el patio de mi escuela el vino corriendo hacia mi y me dijo que me tenia que dar una cosa. Fuimos a los columpios, me tomó de la mano y me dio una anillo. Eramos muy amigos, siempre íbamos a la radio, a jugar a baloncesto hacíamos los deberes juntos....Me dijo que siempre pensaría en mi y que algún día nos volveríamos a ver. Me despedí con un cálido abrazo. Aun tenia aquel anillo, me quedaba pequeño. Pero lo llevaba en una pulsera.
Se levanto, me miro a los ojos y me dio una fuerte y cálido abrazo.
A partir de aquel día solíamos salir juntos e ir a la playa, al bosque...un día en que me dijo que me tenia que decir algo privado me llevo a su escondite secreto. Era una cueva que se había formado entre la montaña y la playa. Entramos y me dijo que nunca mas se separaría de mi, y que daba gracias al destino por habernos vuelto a juntar. Me dio una anillo del mismo color al del primero, me lo puso y...así quedo sellada nuestra unión, en medio del mar y del bosque En una lugar secreto que desde aquel momento convertimos en nuestra guarida, un lugar especial tan solo de nosotros dos. Ni el tiempo, ni la distancia podrían separarnos, ya que estaba escrito en el destino que tendríamos s que estar para siempre juntos. Era el sueño de una noche de verano.